Isabel Viruet (Carratraca, 1971) recibe en menos de una hora al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Juntos van a presentar la Semana de la ONCE. “El año pasado no la pudimos celebrar”, se lamenta mientras atiende a Vida Económica. Este año, la COVID19 ha dado tregua.
¿Cómo les ha afectado el coronavirus?
Ha supuesto un antes y un después. De la noche a la mañana, nuestros vendedores tuvieron que irse a casa. Es un mazazo no solo económico, sino también moral. Son personas acostumbradas a estar en la calle. Hemos tenido muchos problemas también con nuestros mayores. Dos de cada tres vendedores en Andalucía son mayores de 55 años. Son personas con discapacidad visual y otras añadidas o con enfermedades crónicas y nadie podía atenderlos porque se le retiró la Ley de Dependencia. Por eso y por el miedo a los contagios de los familiares. Desde la ONCE tejimos una red de colaboradores para atenderlos por teléfono.
Lleva una década como alto cargo, ¿qué cambios ha habido?
Hemos pasado de usar tímidamente un ordenador a los programas de voz en los móviles. La tecnología es una prioridad imprescindible para las personas ciegas. Sigue habiendo problemas de accesibilidad en webs de negocios o incluso en universidades públicas, pero la ONCE trabaja con un centro de investigación para que lo que encuentra inaccesible encuentre los elementos para que sí lo sea. Afortunadamente, hoy prácticamente podemos trabajar en igualdad de condiciones: ordenadores y móviles adaptados, líneas braille… Nos puede costar más esfuerzo y formación, pero lo importante es llegar a la misma meta.
¿Y qué queda?
Sensibilización. Que las empresas, las universidades, el ocio, la cultura… entiendan que una página no deja de ser atractiva porque sea accesible. Que no haya gente que se quede fuera de esa información porque todos tenemos los mismos derechos. Al final, el comerciante va a vender más si a mí me ofrece una lavadora con un programa de voz. Sin embargo, no le encuentran aliciente porque es un mercado pequeño. Se fijan en el coste de producción, pero detrás hay un coste social. Hay que medir esa cuantía. La ONCE genera muchos ingresos, pero es economía social porque no pretendemos hacer negocio, sino crear empleo e investigar.
¿Qué le traslada a las empresas?
A cualquier sector le transmitimos dos perspectivas: que nos vean como objeto de negocio y como objeto de talento. Somos personas que a la larga vamos a estar en el mercado de la oferta y la demanda, pero también somos personas con talento para trabajar en cualquier empresa. No solo aportamos talento y generamos riqueza, sino también la riqueza social de la que hablábamos. Una persona con discapacidad aporta un plus porque los demás empleados ven que le cuesta más trabajo, pero va con una sonrisa y eso se contagia en el buen clima de la plantilla.
Una meta que alcalzar: Ser uno más como cualquier otra persona de la sociedad.
Un recuerdo de la infancia: El muñeco de nieve que hice en mi pueblo porque allí nieva muy de vez en cuando. Solo lo pudimos hacer una vez.
Su rincón preferido: Cualquier sitio donde tenga un asiento y un libro, no me importa dónde.
Una afición confesable: Coser por el reto tan grande que me supone.
¿Cómo se ve dentro de 10 años? Trabajando. Soy una persona muy activa, no sé si voy a ser capaz de jubilarme tan joven, aunque tuviera la posibilidad.