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¡Menuda frenada! ¿Y ahora qué?

La pandemia sanitaria nos ha colocado ante el reto de una gran incertidumbre que requiere grandes dosis de creatividad y compromiso.

RICARDO VELILLA VIDA ECONÓMICA TRIBUNA

Ricardo Velilla Profesor emérito de Santelmo Business School

El parón sufrido por el turismo, la producción industrial y el consumo derivado de la Covid-19 está teniendo graves consecuencias humanas y económicas, sin olvidar la tremenda afectación sanitaria con posiblemente más de 60.000 fallecidos. Por poner tan solo algunos ejemplos: de entre los 8,5 millones largos de españoles que se encuentran en situación de pobreza y exclusión social (el 18,4% de la población española, según datos de FOESSA), hay casi 2 millones que acumulan tal cantidad de problemas y necesidades que están en extrema pobreza (menos de 370€ por persona y menos de 776€ para una familia de dos adultos y dos menores). Informa Cáritas que en 3 de cada 10 hogares no entra ningún ingreso. En otro ámbito, el sector privado español ha perdido en estos últimos meses casi 22.000 gerentes y directivos (datos de la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística).

Recientemente se han publicado estimaciones de recesión de dos cifras, con un 18% para Italia, un 15% para España y un 10% para Francia (datos de Capital Economics, citados por el Washington Post). Sin olvidar las previsiones de deuda pública y unos datos devastadores para el empleo en nuestro país. “Muchas cosas no volverán a ser como eran”, se comenta. La crisis humana y social provocada por esta pandemia será incluso más grande y duradera que la crisis sanitaria.

En el informe Derecho social y derecho al cuidado, publicado por Cáritas, aparece un dato sorprendente: el manifiesto esfuerzo de solidaridad mantenido largo tiempo tras la crisis del 2008 parecería que se habría agotado; sería, hasta cierto punto, consecuencia de “la fatiga de la compasión”. Y sin embargo…

Los autores del informe, con gran realismo, señalan: “¿Se consolidarán las muestras de solidaridad que se están manifestando en este tiempo? ¿Adquirirán los valores comunitarios un mayor peso frente a los valores más individualistas?” Y avanzan: “La ciudadanía de los aplausos y los balcones está tratando de dar un paso adelante en responsabilizarse colectivamente de lo que nos sucede”. Miles de gestos solidarios de empresas y ciudadanos se han movilizado para responder a esta emergencia global. Hay que reconstruir el país, sostener a las personas más frágiles y vulnerables, restaurar la convivencia, el diálogo social y sentar las bases de un “nuevo bien común”. ¿Tendremos dirigentes puestos al frente?

La pandemia sanitaria nos ha colocado ante el reto de una gran incertidumbre que requiere grandes dosis de creatividad y compromiso. Sin haber digerido del todo el duelo terrible que ha significado esta experiencia, se instala una grave crisis social y económica que afecta cada día a más personas.

¿Hasta qué punto habrá que reformular nuevas estrategias de negocio, cómo hallar la forma de liderar el futuro, de influir en su configuración y prepararse para gestionar los retos y dificultades que nos afectarán en los próximos años? Son preguntas que habrá que responder.

Y, como siempre en casos semejantes, se presentan posibles escenarios optimistas: por ejemplo, que la vacuna o vacunas de la Covid-19 aparezcan en los plazos que se anuncian; aunque también puede surgir una situación pesimista: las vacunas realmente efectivas tardarán unos años. En resumen, ni un escenario ni otro tienen probabilidad cero, lo que implica, en el mundo de la empresa, mucha estrategia y poca planificación, porque los escenarios son muy cambiantes.

Acertar con las soluciones: he aquí, pues, el gran reto. Porque, si los directivos de una empresa deciden, por ejemplo, que la sostenibilidad no va con ellos, acabará fuera del mercado o, si los dirigentes de un país apuestan por un endeudamiento sin límites, lo conducirán a la quiebra.

Hay que trabajar respuestas ante los grandes dilemas que se nos presentan, pues atender solo a exigencias sanitarias puede conducir a una muerte del tejido productivo por asfixia, pero tampoco las exigencias económicas deben primar por encima de las personas. Reprobable, en este sentido, fue el comentario del periodista holandés Jort Kelder, apoyado en el credo utilitarista-tecnocrático, al priorizar la atención sanitaria exclusiva a los jóvenes y mejor dotados, “pues [los mayores] son ancianos y morirán igualmente”.

La capacidad de sintetizar exigencias opuestas, tomar decisiones en nombre de una visión a largo plazo y no solo de la inmediata emergencia, del bien común y no solo de intereses individualistas, es en estos momentos una tarea insoslayable.

Ricardo Velilla, profesor emérito en el Instituto San Telmo

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