Medir y obtener datos de naturaleza económica permite observar hechos o realidades que pudieran parecer contrarios a la lógica. Resulta paradójico que España sea un país exportador de talento tecnológico en un escenario de creciente demanda de perfiles TIC. Aún más paradójico resultaría que el escenario que actualmente se conforma en Málaga coincidiera con una situación de fuga de talento tecnológico.
El Observatorio de Empleo de la Universidad de Málaga permite conocer cuál es la situación laboral de los egresados de la institución académica transcurridos tres años desde la finalización de sus estudios. Una definición amplia de talento tecnológico incluiría aquellos egresados de cualquier disciplina y alto nivel en competencias digitales. Una definición más exigente sería considerar únicamente los egresados de los grados impartidos en las Escuelas de Ingeniería de la Universidad.
Los datos referidos a los egresados de las carreras de Ingeniería y Arquitectura evidencian, en términos relativos con otros estudios, una mayor tasa de ocupación, inserción más rápida, mayor ajuste del empleo a las titulaciones, porcentaje más elevado de contratos indefinidos y mejor remuneración. Esta información se ajusta a la presión de la demanda de talento tecnológico que se ha traducido de manera frecuente como una situación de falta de talento tecnológico.
No obstante, es destacable que el 37,7% de estos egresados están ocupados fuera de la provincia de Málaga. Un número próximo a mil estudiantes de ingeniería finalizan sus estudios cada curso académico en la UMA. Si extrapoláramos los datos referidos a quienes se graduaron en 2016 y sobre su situación laboral en 2019, cerca de cuatrocientos de los egresados que finalicen este curso académico se encontrarán fuera de Málaga en el año 2025. Y cerca de setenta residirán fuera de España.
A la paradoja de la falta de talento tecnológico podríamos añadir una adicional referida a la participación de la mujer en los estudios de ingeniería y su posterior desarrollo profesional. El 75,5% de los estudiantes que terminaron sus estudios en grados de ingeniería en 2016 eran hombres y tan solo un 24,5% mujeres.
¿Por qué permanece esta desigual participación en los estudios de ingeniería según el género? Una argumentación lógica es la posible desigual percepción sobre las posibilidades futuras en el mercado laboral. Sin embargo, en el año 2019, la tasa de ocupación de ambas poblaciones era muy similar (88,7% y 88,1%). El 97,2% y 97,0% respectivamente habían tenido alguna experiencia laboral. El porcentaje de los egresados contratados de manera indefinida es muy similar (63,1% y 61,0%). La remuneración mensual media no presenta diferencias (1663 y 1669 euros).
En definitiva, es posible mejorar la oferta de talento tecnológico mediante una mayor capacidad de retención de talento, vía calidad de la demanda, e incorporación de la mujer a los estudios de ingeniería, vía cambios culturales y educativos.
Rafael Ventura
Vicerrector de Innovación Social y Emprendimiento de la UMA