“Mamá, de mayor quiero hacer lo mismo que tú”, me espetó mi hija mayor (9 años) sin previo aviso hace una semana en el camino de vuelta del cole. “Y yo también”, se unió la peque (6 años) al unísono.
Me quedé algo perpleja, ya que mi formación universitaria es en Económicas y, si bien nunca fue una carrera excesivamente vocacional, entre tiktokers y youtubers la competencia futura la tiene harto complicada.
Con lágrimas en los ojos, entré corriendo a casa, y subí al altillo para desempolvar mi antigua orla. Casi había dado con ella cuando tras de mí escuché a mi hija pequeña contarle a su hermana que iba a fabricar el mejor helado de chocolate del mundo. En la conversación, la mayor le respondió que ella se encargaría de la decoración de la heladería.
No sin cierta decepción, cerré la puerta del altillo y condescendientemente les expliqué que en ese caso no irían a mi misma Universidad ni harían lo mismo que hago yo, es más, que cada una de ellas tendría un trabajo diferente. Con la agilidad mental y claridad que la infancia otorga, enseguida me respondieron: “No mamá, las dos queremos ser lo mismo que tú, empresarias”.
De forma instantánea se me dibujó una sonrisa, una vez más recibía una lección sencilla y clara de mis hijas, nuestra generación piensa en la formación reglada como variable central del desarrollo profesional, para las generaciones futuras será mucho más importante el cómo que el qué. Nuestros hijos no se definirán por su profesión si no por cómo actúan en el desarrollo de la misma.
Qué maravilloso que nuestros hijos quieran ser emprendedores, sobre todo cuando a nosotros nos criaron esperando que fuéramos funcionarios. El sentimiento del emprendimiento es algo que toda sociedad debe potenciar, desde la familia, pasando por la escuela e instituciones, pues es la base que sustenta el desarrollo de un país.
Qué ilusión que, a pesar del tiempo que mi actividad emprendedora les ha robado de su madre, perciban ser empresario como algo positivo, porque lo es. Esta semana me sentí la madre emprendedora más orgullosa del mundo y no puedo esperar para probar ese helado de chocolate.
Miriem Diouri, socia fundadora de MDG Asesores.