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Rafael Prado: «Para pagar el alquiler tenía que prescindir de la mitad de la plantilla»

El gerente del Café Central, que cerró tras 101 años de historia, lamenta las consecuencias de la globalización sobre la Málaga tradicional

café central de Málaga

Rafael Prado se ha jubilado con 67 años. (VE).

Al mosaico de las formas en las que se toma el café en Málaga ya le faltan dos azulejos. Los operarios del Café Central trabajan como hormigas para deshilar un edredón bordado durante casi 102 años. Hace 24 horas que se sirvió el último ‘sombra’. Ahora, no me lo ponga. Todos visten de negro. Menos los ojos cristalinos de Rafael Prado, al mando de la histórica cafetería durante más de las dos últimas décadas hasta su reciente jubilación. “Mi vida se está yendo a pedazos. Estoy enterrando mis 67 primeros años”, afirma, mientras atiende a Vida Económica sobre la barra de ‘La Bodeguilla’, salón contiguo al Central.

Todo ha sido muy rápido.

El problema no viene de ahora. Viene de hace seis o siete años. Mi familia me estaba pidiendo por esto una barbaridad. Para pagar ese alquiler tenía que prescindir de la mitad de la plantilla. El alquiler no puede ser el 50% de tu cuenta de explotación. Lo que estamos haciendo ahora sí está siendo rápido. Estamos embalando lo que podamos. Haré inventario y venderé todo lo que pueda.

¿Queda algo de Málaga en Málaga?

Estoy observando que este crecimiento que está teniendo Málaga está acabando con el negocio tradicional. Por dos razones: dinero y las generaciones siguientes. Este éxito de Málaga está atrayendo inversores buscando como locos comprar, y como las nuevas generaciones no están integradas en el negocio, está trayendo consecuencias. Entre ellas, no solo el abandono de negocios tradicionales, sino el querer cobrar lo que no está en los escritos por establecimientos como este.

También está la variable de la presión fiscal.

Hay que corregir el mundo laboral. Las grandes empresas tienen ventaja sobre nosotros. No solo porque manejan grandes números, sino porque tienen una fuerza de negociación mucho más fuerte. El pequeño y mediano lo paga todo. ¿Por qué yo pago el 30% de sociedades y hay empresas que pagan el 10%? Porque con tal de que operen en el país o la provincia le dan esas condiciones. Pero a la hora de la verdad el que le da personalidad al destino es el comercio tradicional.

Eso ya lo decía cuando era representante de los hosteleros.

Si empiezan a desaparecer todos esos negocios que le dan ese valor añadido a la ciudad… Si te los cargas y todo se convierte, con todos mis respetos, en McDonalds, Burger Kings o Five Guys, todas las ciudades se van a parecer a todas. Da igual que estamos en Torremolinos, Madrid o Hamburgo. Y ojo, no dudo que lo hagan mal.

Café Central de Málaga Vida Económica
El domingo 9 de enero se sirvió el último café en El Central.

«Este crecimiento que está teniendo Málaga está acabando con el negocio tradicional»

¿Está en contra de la globalización?

La globalización es buena y mala. Habría que emprender una defensa muy especial de la personalidad de los destinos. Ciertos negocios debían tener protección de carácter cultural, que podría ser el Café Central de Málaga. Es insostenible el coste de este servicio con la oferta que te viene de fuera: si empiezas a eliminar camareros, vas a la barra, lo pides, te dan un número… Te estás quitando la mitad de la plantilla. ¿Qué implica? Menos empleo, más tecnología y peor calidad.

¿Tiene esperanzas de que se revierta esa situación que describe de Málaga?

En quien he puesto las esperanzas es en mi hijo, que tiene su café Central en la malagueta. El estilo es muy parecido a este. Si tú quieres tener una cafetería de este estilo hay un lema que comentaba que me transmitió mi padre: constancia y adaptación. Me decía: “Cuando lleves esto: uno, que te vean en el banco todos los días, aunque vayas a ingresar una peseta; dos, cuando menos dinero tengas, vístete mejor». 

¿Qué va a hacer ahora?

Vamos a ver qué decide mi querida familia socia, que estoy en minoría… ahora veremos. He hecho lo que he creído que había que hacer. He tenido que tomar decisiones y eso es ser empresario. En lo personal, a la edad que tengo necesito estar a gusto con lo que vaya a hacer. Yo me meto en las cosas porque me coja un pellizco. No bebo, como poco, me quité de fumar y toco la guitarra, ¿qué más quiero?

El teléfono de Rafael Prado ha sonado 8 veces durante la entrevista de algo más de una hora. Cinco de ellas solicitando información sobre posible compra de materiales de la histórica cafetería. Una silla ya tiene dueño. Su nieto. El cuadro de Cervezas Victoria también. Un reconocido oftalmólogo de Málaga. Al mosaico de cómo se toman los cafés en Málaga le faltan otros 11 azulejos. Es lo que con más mimo tratan las hormigas. El Ayuntamiento lo expondrá en la Peña Juan Breva. A Fali, como le llaman los amigos, le está sonando de nuevo el teléfono.

 

Las tres variables del éxito del Café Central de Málaga

Rafael Prado es diplomado en Ciencias Empresariales y auditor de cuentas. Para él, son tres las variables que le han permitido regentar este negocio en solitario por más de 20 años. “La formación, la experiencia y el tercer condimento: hablar con los clientes”. Los dos últimos fuertemente arraigados en su conducta gracias a su padre, que regentó el negocio desde los años 50. “Yo nací aquí, en la segunda planta, donde todavía tenemos el cuartel general”, comenta. Es la calle Santa María. Allí, ha vivido al menos hasta tres ruinas. “Estos negocios son muy tensos y sensibles a las situaciones. Puedes permitirte el lujo de aguantar tres meses, pero te pasas de eso y…”, confiesa. Su mujer, quien le define como “muy paciente”, le salvó en muchas ocasiones. ¿Cómo se sale hacia delante? A base de tesón, constancia y adaptación. No tiene que ser lo que tú le quieres dar al cliente, sino lo que el cliente demanda de ti. Tienes que escucharle.

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