Hace unas semanas, bajo el lema “30 años apoyando la innovación empresarial”, celebramos en Málaga el 30 aniversario de la constitución de la sociedad BIC Euronova S.A. acaecido en octubre de 1991. Precisamente, en un momento en que la economía española daba signos de agotamiento en su crecimiento, posteriormente ratificado por las conocidas tres devaluaciones consecutivas de la peseta, realizadas por el ministro Solchaga en 1993 para paliar la falta de competitividad de entonces.
Es un hecho que la iniciativa de poner en marcha un BIC, Business Innovation Center, fue una idea de la Comisión Europea para estimular a las regiones europeas a crear nuevas empresas innovadoras en zonas deprimidas o que fueron gravemente afectadas por los procesos de reconversión industrial de sectores como la minería, la siderurgia o el de construcción naval, que representaban la pujanza de la Europa industrial del siglo pasado.
30 años después y visto con perspectiva, nos cabe afirmar, no sin cierto orgullo, que BIC Euronova ha contribuido a la modernización del tejido empresarial malagueño, cumpliendo su misión, introduciendo nuevos conceptos como el intraemprendizaje, el spinoff académico y empresarial, en definitiva difundiendo y animando a las empresas a aplicar la innovación en sus procesos, productos, modelos organizativos y modelos de negocio, siendo un pilar importante en el éxito del Málaga Techpark, donde más del 25% de las empresas implantadas, han pasado o están actualmente en la incubadora de empresas BIC Euronova.
Hoy en día, la innovación está en el ADN de cualquier emprendedor que aspire a crear una compañía global. Las empresas que no innovan, y no escuchan lo que dice el mercado, sus clientes, proveedores y stakeholders están condenadas a una vida limitada. En reciente análisis, analizando las 10 compañías más grandes en volumen de capitalización del mundo, 8 tenían una vida menor de 30 años, con las honrosas excepciones en dicho estudio de Cocacola y General Electric que cuentan con más de 100 años en el mercado.
La vida media de las empresas se ha acortado de manera significativa, por eso una tasa de supervivencia del 75% de las empresas innovadoras analizando un período de cinco años en una incubadora que cuenta con más de un cuarto de siglo de existencia es, en sí mismo, un gran logro.