SAMUEL RUIZ | La Luna es muy parecida a Lanzarote. O el menos la comunidad científica internacional está cada vez más convencida. Y José María Ortega-Hernández también. El ingeniero aeronáutico que desde La Trinidad pretende plantar en la Luna. No su huella, sino frutas y hortalizas que sirvan de alimentación para los futuros astronautas que viajen hasta este satélite. ¿Cuándo? “Nuestro objetivo potencial es enviar una cápsula en cuatro años”. ¿Desde cuándo? “Fue en mi último año de universidad cuando comenzamos con el proyecto”.
La iniciativa, llamada ‘The Green Moon Project’ surgió hace cinco. José María decidió presentarse con un grupo de amigos universitarios a la competición Lab to Moon. La que organizaba un grupo de ingenieros indios para intentar alzarse con el Google Lunar X Prize. No ganaron, pero la iniciativa universitaria se ha convertido a día de hoy en una profesional. Su complejidad, más allá de viajar a la Luna, se fundamenta en la combinación de tres ciencias: la geología planetaria, la biología vegetal y la ingeniería aeroespacial. José María es el responsable de un equipo interdisciplinar de investigadores de toda España.
– ¿Cuál es el objetivo?
– El objetivo principal desde el punto de vista de ciencia básica es ver qué le pasa a la planta bajo condiciones de gravedad reducida. Estamos usando el suelo de Lanzarote para inspirarnos. Cuando lleguemos allí vamos a tener uno similar.
– Y de paso traernos la cosecha…
– ¡No, no! (ríe). La idea no es cultivar allí para traernos aquí. Vamos a cultivar para sacar alimentación para futuros astronautas. También está el tema de la generación de oxígeno y eliminación de dióxido de carbono, pero para ello necesitaríamos grandes superficies y extensiones de cultivo.
‘The Green Moon Project’ será expuesto este jueves en SUTUS. Se trata de la segunda edición de una feria internacional sobre turismo submarino y espacial. El evento reúne a los principales líderes internacionales para debatir sobre los dos mayores desafíos del turismo de lujo: el cosmos y el agua.
La gravedad, variable clave en la agricultura espacial
En una primera fase no se plantará la semilla directamente sobre la tierra de la luna. “Ahora mismo no tenemos los recursos tecnológicos para llegar y plantar de manera robótica. Lo haremos dentro de unas pipetas”, explica José María a Vida Económica. De momento, el experimento se desarrollará dentro de unas cápsulas que harán las veces de invernadero. En él, se controlarán las condiciones de fertilidad, humedad, temperatura y radiación. Todas menos la gravedad. “Es de lo que no tenemos pruebas, no se puede simular en la Tierra al nivel que nosotros queremos”, argumenta.
– ¿Qué cree que va a pasar?
– Entendemos que a una menor gravedad la planta va a tener más fácil su crecimiento al realizar menos esfuerzo para que los nutrientes lleguen al tallo y el resto de hojas. Pero lo que nos interesa es conocer qué le va a pasar a la fisiología del tallo y cómo la planta va a gestionar los recursos para reducir el estrés.
– ¿Se estresan las plantas?
– Hay que pensar que las plantas vienen de los mares de cuando eran algas hace millones de años y siempre han estado bajo los efectos de la gravedad terrestre.
Diplomacia científica con China
Con todo, un grupo científico de China consiguió en enero de 2019 ser el primero en plantar en la Luna. Lo hizo con una semilla de algodón en la cara oculta del satélite. Un hito: no se había desarrollado vida vegetal en ningún otro cuerpo celesta que no fuera la Tierra. “Esto es un precedente porque abre la antesala de todo lo que viene de la agricultura espacial que va a dar soporte no solo a astronautas, sino al futuro turismo espacial”, expone el responsable de ‘The Green Moon Project’ a esta revista.
Ahora, ambos grupos de investigación, el español y el chino trabajan juntos desde septiembre del mismo año. “En un intento de diplomacia científica, ambos equipos cerramos la colaboración para tener una comunicación continuada para poner en común la ingeniería y la técnica de ambos equipos”, argumenta. El lanzamiento se espera que se realice desde el país asiático. «Es la idea, aunque aún no podemos asegurar nada», comenta. Llegados al caso, usarían un cohete denominado ‘de larga marcha’, que dejaría caer un aterrizador con las cápsulas en la superficie de Luna.
– ¿Uno se levanta y quiere plantar tomates en la Luna?
– (Ríe). Siempre me ha gustado la coordinación de proyectos y siempre he tenido inquietud por la aeronáutica y los temas espaciales. Crecí con Richard Branson y ahora veo lo de Elon Musk.