Equipos de investigadores y grandes compañías farmacéuticas de medio mundo están siendo capaces de encontrar –en tiempo record- los remedios de las vacunas contra la plaga del actual coronavirus. No parece, sin embargo, que aparezca de momento una situación semejante en lo que respecta al mundo de la economía y al drama del desempleo, especialmente en nuestro país.
En España veníamos conviviendo con una tasa de paro que doblaba la media europea. Pero sobre ella está incidiendo duramente, aunque con datos ligeramente diferentes según sectores y regiones, la catástrofe de la pandemia. En este sentido, el coronavirus hace más crónica una enfermedad que ya veníamos padeciendo y la convierte en estos momentos en una gran emergencia nacional.
Las cosas no iban bien y de momento no van bien en nuestra economía. El problema sigue ahí y va a permanecer, ahora con mayor crudeza, si no se le pone remedio de raíz. Una forma honesta de enfrentarse a tal situación obliga a indagar sobre las causas. Y las cosas se complican, pues, aun con un somero análisis, hay que convenir que son causas multifactoriales que vienen algunas de antiguo.
Con demasiada frecuencia, por lo que dicen los expertos, no se ha ido con claridad y decisión a las raíces. Incluso se ha desviado la atención por razones muchas veces ajenas a la aplicación de verdaderas soluciones.
Se sabe, por ejemplo, que los cambios tecnológicos, algunos acelerados por las circunstancias, obligan a transformaciones ineludibles. ¿Por qué empeñarse en continuar como se está? Tales situaciones son fuente de oportunidades y amenazas. El coronavirus ha colocado sobre la mesa ambas: oportunidades, al multiplicar las posibilidades del teletrabajo, y amenazas, al mostrar la vulnerabilidad de las tareas meramente presenciales. Aun así hay empresas que no los constatan y no actúan en su mejora. Es cierto que estas severas modificaciones exigen ya creatividad y adaptabilidad, decisiones difíciles y aun traumáticas para algunos.
¿Qué remedios se han puesto en marcha hasta ahora desde las administraciones? Ayudas directas a los asalariados y, con cierta retranca, las que se les exigen a las empresas. Ambas soluciones plantean problemas: las ayudas directas, por la lentitud y papeleos administrativos frente la emergencia y urgencia de taponar la hemorragia del desempleo, y las dedicadas a las empresas, por las exigencias en las actuales circunstancias de asumir la protección creciente del desempleo.
Al hablar de remedios, nos estamos refiriendo a dos caminos complementarios el de la reparación, que exige actuaciones decididas para arreglar lo que iba por mal camino cambiando el rumbo, y el del socorro y auxilio, que alivie con urgencia las cifras del cese de actividades y el aumento tremendo del paro, que empuja a muchos de nuestros ciudadanos a las filas de quienes necesitan incluso comer.
Con insistencia se van oyendo voces autorizadas que proponen una colaboración público-privada para afrontar la salida de esta emergencia, especialmente ante la venida de fondos europeos. La búsqueda del mayor equilibrio posible entre sanidad y economía, especialmente de aquellos sectores productivos viables que se ven más afectados, es también otra de las propuestas. Y todo ello enmarcado en un gran proyecto-marco de recuperación para toda la sociedad.
El tiempo apremia. En su aplicación habrá que tener además grandes dosis de eficacia, justicia y eficiencia. Quienes tengan oídos para escuchar, y sobre todo para actuar con honestidad y altura de miras,…
Ricardo Velilla Barquero
Santelmo Business School