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Los analfabetos del siglo XXI: ¿quiénes serán?

Carlos González Alonso, profesor del Executive Master in Business Administration (EMBA) de ESIC.

Carlos González Alonso, profesor del Executive Master in Business Administration (EMBA) de ESIC.

¿Cómo será el siglo XXI desde el punto de vista profesional? Esperanza de vida aproximándose paulatinamente a los 100. Carreras profesionales de 60 a 70 años. Cambios laborales cada 5, 6 años. Aprendizaje permanente porque el conocimiento se queda obsoleto cada 4, 5 años[1]. ¿Quiénes serán -en este contexto- los analfabetos en el siglo XXI? Ya lo señalaba hace años Herbert Gerjuoy[2]:

Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender.

Desde esta premisa de Herbert Gerjuoy, la educación -una vez más- se convierte en el pilar para construir una sociedad sostenible, resiliente, preparada para seguir progresando. Pero, ¿cómo se enseña eso de aprender, desaprender y reaprender? ¿Nos estamos enfocando en eso hoy? Creo que no, o por lo menos no como una estrategia y práctica generalizada de familias, educadores y empresas (porque la educación sigue en las empresas).

Construir una sociedad enfocada en el aprendizaje implica, entre otras acciones:

  1. Introducir el pensamiento crítico en la educación, desde preescolar hasta postgrado. Promover, activar y valorar el pensamiento independiente, protagonista. Primar los modelos mentales de aprendiz, da igual la edad que se tenga. Las palabras por qué y para qué deberían ser parte del lenguaje básico de cualquier estudiante.
  2. Introducir el aprendizaje experiencial, no para enseñar a sumar, calcular la aceleración o el VAN de una inversión. Tampoco para transmitir dónde está la aorta, o qué función desempeñan los telómeros… Pero sí para entrenarnos en cómo aplicar todos estos conocimientos en la vida real.
    También para entrenarnos en cómo relacionarnos de forma sostenible, positiva y colaborativa con los demás, sean estos compañeros, clientes, colaboradores o accionistas.
  3. Introducir una cultura de feedback permanente. Valorar no es malo, es una oportunidad de mejora. Examinarse no es un problema, ni el fin del mundo; es una orientación sobre cómo progreso y qué me queda por aprender. Recibir feedback no es una amenaza, es un regalo para conocerme mejor y poder seguir creciendo.
    Una cultura de feedback no sólo a los alumnos. Sino a todos los actores del sistema: gerentes de los centros educativos, padres, profesores, proveedores, departamentos de RRHH que contratan programas en Company…
  4. Introducir la figura del formador/profesor como agente de cambio. Un rol de exigencia desde las habilidades del mentor o del coach. Saber cuestionar a los alumnos, saber retar a los participantes. Saber empoderar al grupo como equipo autónomo de aprendizaje. Ser modelo de humildad y ejemplo de aprendizaje permanente. Amante del aprendizaje participativo.
  5.  Introducir un modelo de aprendizaje Onmi – Canal. On Line, Sesiones síncronas y asíncronas. Teatro. Simulaciones. Practicas. Tutores externos al centro educativo. Experiencias prácticas. Intercambios, Psicometria. Dinámicas de grupo, Proyectos de investigación. Mentoring inverso… El formador – maestro es el responsable de crear una experiencia de aprendizaje donde el participante se vea retado y acompañado. Un espacio donde salir de su zona de confort.
  6.  Introducir un nuevo modelo de valores recuperando valores como la auto-exigencia, el esfuerzo, el feedback, el trabajo en equipo, la tranparencia y la meritocracia. Un modelo con sus reglas del juego compartida con todos los actores del sistema educativo. Compartido significa creado con ellos, revisado con ellos e implementado con ellos.
  7.  Introducir modelos curriculares adaptados a la sociedad y sus retos, al tiempo que mantiene los claves de nuestra cultura y sociedad. Quizás no deba ser obligatoria estudiar sintaxis y análisis morfológico, y sin embargo dedicar más tiempo y esfuerzo a estudiar filosofía y competencia digitales, historia del arte y habilidades de comunicación escrita, matemáticas financieras para explicar como llevar tu economía personal de forma sostenible y menos derivadas o integrales… Y al tiempo personalizar los estudios en función de capacidades e intereses. Ya se pueden personalizar curriculums sin necesidad de industrializar la enseñanza.

 Nunca antes en la historia hemos tenido tantos retos por delante, tampoco nunca antes hemos tenido los recursos, metodologías y la tecnología para impulsar una educación que ayude a todas las personas, potencialmente de forma personalizada, a abordar la transformación personal que requiere afrontar los retos del futuro. Está en manos de la voluntad de cada uno de los actores del sistema educativo; está en nuestras manos, en nuestra voluntad.

Carlos González                                                                                                           Profesor del Executive MBA de ESIC

[1] Datos extraídos de libro de Lynda Gratton (2017) The 100 – year life. Bloomsbury.

[2] Esta idea, de Herbert Gerjuoy, psicólogo y pedagogo estadounidense, fue citada por Toffler en su libro “El shock del futuro”.

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