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¿Cómo valorar esta crisis?

RICARDO VELILLA VIDA ECONÓMICA TRIBUNA

Ricardo Velilla Profesor emérito de Santelmo Business School

Una crisis es una revelación. Desde la antigua Grecia de Aristóteles, la noción de crisis va unida a la de “catarsis”: aclaración o iluminación de una situación conflictiva. ¿Pero cómo puede haber una catarsis cuando estamos viviendo en un periodo de incertidumbre tan absoluto y total?

Lo cierto es que lidiamos con un gran desconocido. La economía mundial se ha desestabilizado por completo. Pero no olvidemos también el impacto familiar y personal que hace que muchos se pregunten: ¿qué pasará con la empresa?, ¿qué será del sustento de mi familia?, ¿regresará alguna vez el modo de vida que antes consideraba normal?

Una de las evidencias de esta epidemia es que cada día escuchamos voces diferentes que nos informan de las controvertidas consecuencias de la vida con la Covid o en la vida después de la Covid. Todos estos escenarios hipotéticos tan solo alimentan la incertidumbre del momento; al igual que las diferentes suposiciones entre lo que se debe y no se debe hacer. Tengo conocidos que no entran en su casa sin haberse “descontaminado” la suela de los zapatos. En mi familia, las semanas iniciales no se almacenaba la compra de la fruta y verdura sin haberla pasado antes por agua muy caliente y unas gotas de lejía. Me cuentan de alguien, ya jubilado, que en seis meses tan solo ha salido de su casa tres veces.

Se ha dicho que llevar mascarilla es una precaución esencial, pero también lo contrario, y que solo se recomienda. ¿Pero qué mascarilla?, porque las hay para casi todos los gustos. Ahora me entero que “darse con el codo”, como señal de saludo, no es lo más aconsejable. Por cierto: ¿Os habéis preguntado cuándo fue la última vez que estrechasteis la mano de alguien? Pero no continuemos por ese camino…

No tenemos idea de cómo se desarrollará esta nueva y extraña realidad que todos compartimos. En este momento me vienen a la cabeza aquellas palabras del filósofo Kierkegaard: “La vida solo puede ser vivida hacia adelante y entendida hacia atrás”. Pero esa comprensión solo se alcanzará cuando haya alguna distancia con los momentos que se viven. Así pues, no sabremos realmente cómo la situación actual nos habrá cambiado hasta que pase algún tiempo.

¿Sin embargo, qué evidenciamos ahora mismo? Ciertas pérdidas y algunas sensaciones de que la catarsis post-Covid queda todavía lejana. Navegamos hacia una tierra desconocida cuyo desenlace no aparece en un horizonte claro. En la alternancia tan actual de vivir en el campo o en la ciudad  (y es tan solo un mero ejemplo), ¿cuál de las opciones prevalecerá? ¿El trabajo seguirá presencial o primará el teletrabajo?…

Cierto es que en algún recoveco de la condición humana existe la emoción proporcionada por la inestabilidad; sin embargo, la gran mayoría de las personas precisamos transitar por la seguridad de una tierra firme. En los territorios de la economía y los negocios es algo no solo deseado sino imprescindible. Pero por ahora la incertidumbre define nuestro horizonte más inmediato.

Van siendo bastantes los que afirman que hay que alejarse de repetir los errores del 2008 al interpretar esta nueva crisis. En el 2008 se explicó la crisis a partir de comportamientos individuales: banqueros estafadores y gente que vivía por encima de sus posibilidades, y no de fallos sistémicos. En esta ocasión, el abordaje fue al comienzo claro: un gran complot venido de Oriente, unido a la irresponsabilidad de ciertos países sobre todo del sur de Europa. Luego vino la aplicación de categorías bélicas para intentar entender el problema. Y eso explica muchos fallos en los tratamientos que se proponen.

El coronavirus ha sido la primera gran epidemia en la era de las redes sociales, lo que ha permitido a la vez mantener los contactos sociales a la par que desbordar las emociones; primero, infravalorando el problema que se nos venía encima; luego, amplificándolo de manera obsesiva en cuestión de semanas.

No es de extrañar, pues, que en muchos casos el insomnio por las preocupaciones esté tan presente en muchos empresarios y directivos.

Ricardo Velilla, profesor emérito en el Instituto San Telmo

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