¿Cómo es?
Situado en la malagueña plaza de Las Flores, al lado de calle Larios, Beluga posee una elegante estética minimalista en donde domina el blanco, junto con detalles de madera que le aportan cierta calidez, además, dispone de una amplia terraza que es la estancia principal del restaurante.
En cuanto a su cocina, Beluga es Diego Rene, solvente cocinero de origen alicantino que borda los arroces, pero Diego es mucho más. Ha sido capaz de crear un estilo propio, pero con el Mediterráneo, como hilo conductor de una cocina muy personal, repleta de recuerdos, vivencias y reflexiones que plasma en cada plato de manera impecable, por lo que su menú degustación, es una excelente manera de conocerle.
Nos gustó por…
Su menú degustación Beluga de ocho pases y dos postres, derrocha personalidad y cierto atrevimiento con sabores rotundos, algo que es muy de agradecer hoy en día. Pero sobre todo es un disfrute y toda una experiencia que merece la pena conocer.
Se comienza con la “ostra con espuma de lubina y caviar”, tres elementos que siempre deben encajar, pero quizá, con excesivo protagonismo de la lubina. El “puerro, brandada, caldo de rodaballo y huevas de arenque” llega a continuación y sorprende el magnífico punto de sabor del caldo, que combina a la perfección con las intensas huevas y la brandada, además, el fino Gran Barquero que marida el plato es todo un acierto.
La quisquilla de hueva azul, vieira y gazpacho picoso de pimientos amarillos, destaca por la atrevida e intensa, pero sabrosa y llena de matices acidez del gazpacho picoso y la finura del marisco. La “tonyina de sorra amb coca” es una admirable revisión de las cocas o empanadas alicantinas, que llegó antes de otro guiño alicantino con un excelente alioli casero acompañado de pan y tomate.
La fideuá vegetal en su tinta, es otro gran plato lleno de sabor y equilibrio, en donde la pasta se ha sustituido por setas enoki, lo que es todo un acierto, al igual que el Caldero Tabarquino o el apiobola en ravioli, excelente. Para terminar el arroz de vaca madurada, calabaza y tuétano, especialidad de la casa y perfecto de punto y sabor. Terminamos con dos postres, “Sorbete de alficoz, aguacate y gin” y “Soufflé de turrón, ron y helado de horchata”, que mantienen el nivel.
El servicio de sala, dirigido por Andrea Martos, es profesional y atento, la carta de vinos, que huye de tópicos y típicos, incluye referencias interesantes. El precio del Menú Beluga, 79 euros sin bebidas, se sitúa en un nivel respetable, pero es razonable para lo que recibimos a cambio. Existe la posibilidad de un menú por 59 euros o pedir a la carta, por ejemplo, alguno de sus maravillosos arroces, que si lo pruebas, no querrás otro.
