Es una de las atracciones más populares de Islandia. El color azul lechoso de sus aguas contrasta con el negro de los campos de lava de su alrededor cubiertos de verde musgo. Esta fusión de colores consigue generar en la retina del espectador una autentica obra pictórica en plena naturaleza.
La Laguna Azul, en castellano, se ha convertido en una de las atracciones más visitadas de Islandia. El medio de comunicación National Geographic la incluyó en la lista de las 25 maravillas del mundo, y la revista internacional de Turismo de Lujo, Condé Nast Traveller, la ha reconocido como uno de los 10 mejores balnearios del mundo.
Este gran lago se encuentra situado en la península de Reykjanes, en el suroeste de Islandia, a 15 minutos en coche del aeropuerto de Keflavík y a 3O minutos de la capital de Islandia, Reikiavik. El color de sus aguas junto con una temperatura perfecta de 39ºC, son los elementos que invitan a cualquier visitante a tomarse un baño. Todo esto sin pasar desapercibido el valor nutritivo que tiene sobre la piel el agua de la Laguna Azul.
La laguna se formó en 1976 como resultado de la acumulación de aguas residuales de la central de energía geotérmica de Svartsengi. La central perfora el agua con el objetivo de obtener vapor y agua caliente para suministrar calefacción a las zonas urbanas. Una vez usada el agua, esta era liberada en un campo de lava cercano.
Esta agua, repleta de minerales y rica en silicio, al entrar en contacto con la lava comenzó a crear una especie de capa de lodo sobre ella, formando así la actual Laguna Azul. Es tal el atractivo del embalse, que se ha creado en torno a su alrededor una especie de parque comercial formado por hoteles de 5 estrellas, restaurantes y spas de lujo.